Conocer al paciente nos permite atenderlo mejor

Escribe la licenciada Berta Spaini.

Existen pacientes que asisten a los grupos con CIS (control ineficaz sostenido). No son los clásicos con sobrepeso estético y tampoco los obesos. Se trata de personas que nunca se permitieron engordar más que hasta un cierto límite, en el que siempre se sostuvieron a base de estrategias muchas veces non sanctas: ayuno, vómito provocado, etc. Y otras inocentes pero igualmente ineficaces: dietas mágicas.

El factor común para todos es la obsesión por el cuidado y la disconformidad por el resultado. Son pacientes muy sensibles a las indicaciones, y, a veces, muy incrédulos, producto de sus malas experiencias anteriores. La mayoría son mujeres, en general jóvenes.

Luego de un adelgazamiento exitoso sin sufrimiento y sin culpas, y ya con el cuerpo por siempre ansiado, el mantenimiento es la gran novedad. El daño experimentado a lo largo de la vida de estos pacientes es más anímico que físico. Su autoestima es baja, y su nivel de exigencia muy alto. A veces, cruelmente alto.

Padecen el problema de ser incomprendidos por el entorno ya que no tienen una gordura notoria. A menudo son descalificados en sus necesidades. Reciben diagnósticos de histeria, obsesión, u otros psiquiátricos con muchísima liviandad. A su malestar se suma la incomprensión, y toda esta mezcla tiene muchas veces por resultado el aislamiento.

Los grupos terapéuticos de adelgazamiento, y sobre todo de mantenimiento, apuntan a elevar la autoestima. Se le reconoce al paciente el esfuerzo realizado a lo largo de su vida para mantenerse en peso. Se comprende que lo que hizo muchas veces fue producto de confiar en las indicaciones de quienes creía conocedores del tema.

El trabajo de mantenimiento debe ser desarrollado en el peso que sea ideal para cada caso. El número surge del acuerdo entre profesionales médicos y psicólogos, y tendrá siempre la conformidad del paciente.

Para aquel con CIS, es indispensable estar a gusto con el peso. Su alegría es la primera herramienta para conseguir constancia en el trabajo que le esperará en mantenimiento. Allí, la gordura no está, sin embargo el conflicto con la comida sigue. Esto permite que el caso con CIS, se sienta identificado en todo el trabajo grupal, aún cuando en su mayoría los integrantes del grupo hayan sido gordos o muy gordos.

El conflicto para todos es el vínculo con la comida y el foco del trabajo psicoterapéutico está puesto allí. En el grupo, el paciente con CIS participa desde un lugar de ejemplo por su interés en el cuidado del cuerpo, y, a la vez, empieza a desdramatizar ciertos aspectos de la problemática que lo atormentaba.

Todos tienen algo que enseñar y algo que aprender en un grupo de mantenimiento. El trabajo que se realiza contempla elevar su autoestima, integrarlo a un grupo, y enseñarle a reírse de algunos rasgos de su personalidad. Salen de la rigidez y se sienten más seguros.

Sin descuidar su atención individual que respeta sus necesidades particulares, estos pacientes encuentran la paz que buscaban y su recuperación integral.